Para ‘entendernos’, hoy en día utilizamos palabras muy nuestras, muy ‘fuertas’, muy top, creyéndonos que son lo más trendy, cuando en realidad, como ya dijo Rosalía en los 40 Music Awards, ‘está prácticamente todo inventado’.
Como la palabra ‘macha’, que es de antes de que se muriese Franco pero la utilizamos hoy en día como algo muy nuevo para referirnos a ese gay con aparente imagen ‘masculina’ pero que, a su vez, tiene o esconde (algo/bastante) de pluma.
¿Cuál es la línea que separa lo masculino de lo femenino?
El caso, es que hace unos días subí unas fotos con un look bastante heteronormativo y quise saber hasta qué punto esa ropa podría hacerme parecer más masculino. Lo que a su vez, hizo preguntarme: ¿dónde co*o está la línea que separa lo masculino de lo femenino?
Las ‘machas’ en el lenguaje y la literatura
En 1978, cuando Alberto Cardín escribió el ‘Diccionario sucinto para el lector NO entendido’, donde (entre otras) se recogía la re-citada ‘macha’ de este post, teníamos muy claro que un hombre era un macho ibérico, pero me parece a mí, que el macho (o la macha) de 2019 no tiene nada que ver con los homosexuales reprimidos, perseguidos y encarcelados de la época en la que la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social.
Dicho eso, ‘macha’ no se refiere a un tipo de marisco, tampoco es el té verde ‘matcha’ de las ceremonias del té japonesas, ni a la artista Nacha la macha. Y , hoy en día, tampoco es lo que Alberto Cardín escribió para referirse a ellas como ‘locas que pretenden ostentar atributos excesivamente viriles, o adoptar actitudes exclusivamente activas durante el intercurso sexual’.
‘Macha’ es un adjetivo que estamos a tiempo de corregir y la definición, por mí, podría ser menos discriminatorio y más inclusiva, como esta foto de Nacho Juarez y Raul Pony
Josemola 